lunes, 19 de septiembre de 2016

JUAN JOSÉ DE LOS REYES MARTÍNEZ AMARO
"EL PIPILA"

En el marco de los festejos de la Independencia de México, aprovecho para compartirles el siguiente relato (de autor anónimo), sucedido en una escuela pública de éste, nuestro querido México.

Una lluviosa mañana de septiembre llegó un inspector escolar de la SEP a una escuela secundaria urbana y le hizo saber al director que iba a recorrer algunos salones para realizar un reporte de evaluación sobre el avance del programa escolar y el nivel de conocimiento de los alumnos.
 
Dicho lo anterior y habiendo acreditado debidamente su funciones, el inspector escolar inició su recorrido visitando un salón donde le solicitó al maestro titular la lista de los alumnos matriculados en ese grupo y eligió a uno de los muchachos al azar.
 
Una vez identificado le preguntó: “a ver Heriberto,  ¿me podrías decir el nombre de la persona que quemó la puerta de la entrada a la Alhóndiga de Granaditas?”.
 
El joven alumno, sorprendido por ese cuestionamiento tan directo, bajó la cabeza, se puso sumamente nervioso y enseguida comenzó a sudar y se mantuvo mudo e inmóvil.
 
Al observar esa extraña conducta pero todavía con un dejo de tolerancia, el inspector escolar siendo condescendiente le dijo: "Bueno, si no puedes decirme el nombre, dime al menos su apodo o como se le conocía popularmente”. 
 
El joven al sentirse acorralado contestó titubeante: “la verdad no le sé decir señor inspector, pero le juro por mi madre santa que yo no fui, aunque ya sé que algunos deben de estar pensando que estoy mintiendo”.
 
Otro muchacho, al fondo del salón y en apoyo a su compañero, sorpresivamente se puso de pie y tomó la palabra para decir que él conocía muy bien a Heriberto desde hace cinco años y que era uno de los chicos más tranquilos de la colonia y por lo tanto, él podía asegurar que Heriberto no había sido.
 
El inspector frunció el ceño.  Contuvo unos segundos su enojo y les ordenó a los dos muchachos que salieran del salón y lo esperaran en la Dirección.
 
En ese momento y con una actitud protectora y hasta cierto punto paternal, intervino el Profesor diciéndole al funcionario escolar: "Señor inspector, estoy seguro de que ellos no fueron y que nada tuvieron que ver, ambos son muchachos muy tranquilos y buenos estudiantes. Si no saben el nombre ni el apodo de quién quemó la puerta de la Alhóndiga, es porque no se juntan con pandillas. Seguramente fue alguien del turno vespertino".
 
El Inspector salió del salón hecho una furia y se fue directo a la Dirección de la Escuela para pedir la remoción del maestro.

Sorprendido al conocer la denuncia del Inspector, el Director del plantel le dijo: "Le pido que lo reconsidere, por lo que más quiera.  El Profesor Torres, aparte de impartir la materia de Historia, da Biología, Civismo y Literatura. Además es uno de nuestros maestros más comprometidos y preparados, nunca falta a clases, lleva 14 años de servicio en esta Secundaria formando jóvenes y futuros profesionistas y dicho sea de paso, tiene muy buenas influencias en el Sindicato. Además, usted no está para saberlo, pero en esta colonia no es fácil conseguir maestros. Mejor dígame qué tan dañada quedó la puerta por el incendio y veremos si la podemos reparar y si no, pues hacemos una cooperacha entre los maestros del SNTE y de la CNTE y padres de familia, para comprar una nueva para la Alhóndiga. Total, ¿pos qué tan cara puede salir la mendiga puerta esa...?”.

Evidentemente el Señor Inspector elevó su denuncia a las más altas autoridades de educación pública en el estado (aquel donde ocurrieron estos hechos que les relato), sin embargo y con el propósito de no alarmarlos más, me reservo las reacciones y respuestas que recogió, a efecto de no poner en tela de duda el sistema educativo de nuestro país.


  ¡ VIVA MÉXICO !

Para cualquier aclaración, comentario, duda, denuncia o reclamo sobre esta Columna estoy a sus órdenes en:







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