DOS HISTORIAS PARA LA
REFLEXION
Los
Tres Tamices
En la antigua Grecia, Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría.
Un día alguien buscó al gran filósofo y le dijo:
- "¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?".
- "Un momento" -respondió Sócrates-. "Antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte la prueba de los tres tamices".
- "¿Los tres tamices?".
- "Sí" -continuó Sócrates-. "Antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres tamices. El primer tamiz es la verdad. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?".
- "No, sólo lo escuché".
- "Muy bien. Así que no sabes si es verdad. Continuamos con el segundo tamiz, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?".
- "¡Ah, no!. Por el contrario".
- "Entonces" -cuestionó Sócrates-, "quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas. Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer tamiz, el de la utilidad. ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?".
- "No. En serio".
- "Entonces" -concluyó Sócrates-, "si lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿para qué decírmelo?".
Muñecas de Estambre
Un hombre y una mujer estuvieron casados por más de 60 años.
Ellos habían compartido todo, hablaban de todo y no se habían guardado ningún secreto nunca.
Lo único que no compartían era que la viejita tenía en su, closet una caja de zapatos y le había pedido a su esposo que nunca la abriera y que no le preguntara sobre ella.
Durante todos esos años, él nunca pensó en la caja.
Un día la viejita se enfermó y el doctor les dijo que ya no se recuperaría de su enfermedad.
El viejito tratando de arreglar todas las cosas de la viejita antes de que muriera, se topó con la caja de zapatos y se la llevó a la viejita a su cama.
Ella le dijo que ya era tiempo de que supiera lo que había adentro.
Cuando la abrió encontró 2 muñecas de estambre y una pila de dinero. Eran 95,000 dólares.
El viejito sorprendido le preguntó sobre el contenido de la caja y ella le dijo:
- "Cuando nos casamos, mi abuela me dijo que el secreto de un buen matrimonio era nunca discutir. Me sugirió que cada vez que me enojara contigo, yo debería guardar silencio y tejer una muñequita de estambre".
El viejito se tuvo que contener para no derramar unas lágrimas, ya que sólo había dos muñecas en la caja. Asumió que ella sólo se había enojado con él dos veces, en todos esos años llenos de amor y entendimiento.
Él estaba que no se la creía, sumamente conmovido y entonces le preguntó:
- "Oye amor, ya entendí lo de las muñecas... pero ¿y el dinero?, ¿de dónde salió?."
La viejita tranquilamente le contestó:
Para cualquier aclaración, comentario, duda, denuncia o reclamo
sobre esta Columna estoy a sus órdenes en:
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