lunes, 29 de agosto de 2016

CARTA DE ABRAHAM LINCOLN
AL MAESTRO DE SU HIJO


Ahora que han salido a relucir estos casos en los que hay que "pedir perdón" por los excesos evidentes que suponen actos de corrupción o la polémica generada a partir del plagio de algunos párrafos para complementar la tesis de titulación de los estudios universitarios del Presidente de México, viene a mi memoria el empeño constante de mis padres por inculcarnos valores y principios que hoy en nuestra sociedad lamentablemente parecen perdidos.

En ese sentido, recuerdo de manera especial una apreciada lectura de mi padre que cada vez que tenía oportunidad me leía y me volvía a leer otra vez.  Se trataba de una vieja correspondencia de Abraham Lincoln, dirigida al Maestro de su pequeño hijo, en la que le decía lo siguiente:

"Querido Profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces.  Enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada político egoísta hay un líder dedicado.

También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias.  Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos.  Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.  Que crea en sí mismo y en su capacidad, aunque se quede solito y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos.  Instrúyalo a que no haga las cosas simplemente porque otros lo hacen.

Que sea amante de los valores.

Que aprenda a oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por sí mismo.  Enséñele a sonreír y a mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que sólo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule.  Déjelo que se haga fuerte solito.  Incúlquele el valor y coraje pero también la paciencia, la constancia y la sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador.  Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres.  Entiendo que le estoy pidiendo mucho, pero haga todo aquello que le sea posible".

Abraham Lincoln, 1830.


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lunes, 22 de agosto de 2016

FERIA DE NAYARIT EN CALIFORNIA

"Uno nunca se olvida de su pueblo y de sus gentes, de nuestras raíces", es sin duda una expresión recurrente que seguramente muchos hemos escuchado, cada vez que conocemos o tenemos la oportunidad de platicar con algún familiar, amigo o conocido que por alguna circunstancia ha tenido que dejar nuestro país para irse a radicar al extranjero, máxime en las condiciones en las que desafortunadamente lo han tenido que hacer miles de nayaritas, mejor dicho, millones de mexicanos que hoy residen, legal o ilegalmente, en los Estados Unidos de América.

Este fin de semana, en el marco de la “Feria de Nayarit en California”, hemos tenido la oportunidad de conocer, entre muchos otros paisanos nayaritas, a Luis y Lupita.  Él originario de Tuxpan y ella de Unión de Corrientes, quienes entre otras cosas nos expresaron con un profundo sentimiento, que “la última vez que fuimos a Tuxpan fue antes de los ataques terroristas del 9-11, ya después mejor nos hemos aguantado por miedo, uno nunca sabe, luego a lo mejor ya no nos dejan regresar aunque ya tengamos papeles", recordó un poco nervioso Luis, quien ingresó a los Estados Unidos de manera ilegal hace más de 30 años, siendo menor de edad y fue hasta el 2001 que obtuvieron la ciudadanía.

Luis y Lupita nos platicaron emocionados que han comenzado a "juntar dólares" y que han comprado algunas cosas como juguetes, ropa, tenis, herramientas, muebles, bicicletas, entre muchos otros objetos que sus familiares en México no tienen porque son muy caros o porque “sólo se consiguen en tiendas de mucho lujo y nosotros queremos ir de vacaciones en diciembre y llevarles todos esos regalos a nuestras familias”.

Incluso -comenta Luis-, “nuestra idea es poder llevar todas esas cosas en una 'troka' que usamos aquí y dejárselas también allá, para cambiárselas por una Ford más viejita que les dimos la última vez que fuimos y que es la que utilizan para el trabajo o cuando salen de paseo”.

Aunque la crisis económica también se ha resentido en los Estados Unidos, nuestros paisanos viven siempre tratando de apoyar a sus familiares que dejaron en Nayarit, de mejorar sus condiciones de vida, de evitarles en la medida de lo posible que sigan viviendo en condiciones de pobreza y cada semana, aunque sea poquito, pero siempre hacen el esfuerzo por enviarles algunos dólares.   "Hace unos cinco o seis años -comenta Luis-, acá teníamos más oportunidades de trabajo, nos iba mejor, pero ahora tal parece que somos muchos y entre más gente hay menos trabajo tenemos".

Luis nos explicó que trabaja en la pizca de vegetales por jornadas de más de 12 horas, seis días a la semana.  "Es un trabajo pesado, pero si te rajas te corren y contratan a otros que sí puedan, entonces hay que aguantar".  Con tristeza, Luis y Lupita reconocieron que no planean regresar a vivir en Nayarit, aunque señalaron que en los Estados Unidos “no es buen lugar para que crezcan los hijos, acá lo discriminan a uno y hablan otro idioma, pero se vive mejor que en el pueblo".

"Qué más quisiera que quedarse uno allá, pero no hay cómo, las cosas están muy difíciles en México y de estar en el campo allá, mejor aquí, más sudado pero mejor pagado", sostuvo al mencionar que “con un mes de trabajo en los campos de California, logramos juntar hasta para comprar los boletos del avión de regreso y algunos regalitos para llevar a mis papás, mis hermanos y sobrinos, ahora que vayamos en diciembre".

No pretendo con esta reseña descubrir el hilo negro y tengo claro que puede haber muchas historias similares e incluso más dramáticas.  Sin embargo, únicamente he querido compartir una de nuestras muchas experiencias durante este viaje, con las que volvemos a confirmar la gran necesidad de cercanía, de afecto, de atención que siempre nos han demandado nuestros paisanos radicados en el vecino país del norte.

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lunes, 15 de agosto de 2016

“CARGAR EL VENADO”

En días pasados me platicaban la historia de un hombre que estaba con su pequeño hijo, sentados en la banca de un parque, conversando sobre distintas inquietudes del menor, cuando sorpresivamente cuestionó a su padre el por qué dentro de la misma familia, tenía tíos y primos con una posición económica más holgada y ellos debían de esforzarse tanto para conseguir el sustento de sus vidas.

El padre, un modesto empleado orgulloso de su trayectoria profesional y laboral, observó cariñosamente a su primogénito y sin vacilar le dijo: "escucha con atención la siguiente historia hijo. Quiero que la recuerdes toda tu vida".

Había un hombre, a la orilla del camino sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso árbol.  Se le miraba triste y meditando cabizbajo.  Casi, casi a punto de soltar el llanto.  Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien al verlo en semejante situación, le preguntó cuál era el motivo que lo tenía así, tan triste y evidentemente desesperado.

-"Compadre, ¡¡la desconsiderada es mi mujer!!.  Ella es la culpable de mi situación.  Algo tengo que hacer con ella, esto no puede continuar así, no es justo, no me lo merezco, cada vez que se le ocurre me vuelve a fastidiar mi esfuerzo, el empeño que pongo para que no le falte el alimento a mi familia".

Sorprendido, el compadre le preguntó:
-"Pero de qué  me está hablando compadre, qué es eso tan grave que hace su mujer, platíqueme, quizás yo le puedo ayudar a encontrar una solución al problema".

El compadre después de respirar profundo y conseguir la calma, empezó su relato:
-"Mire compadre, usted sabe que somos muy pobres y en mi humilde rancho la única forma de acompañar los fríjoles es con un pedazo de carne que consigo en el monte cuando salgo de cacería.

Me voy con mi escopeta, paso varios días de penalidades, arriesgándome con los peligros del monte, esquivando víboras y animales salvajes, soportando la terrible comezón que me producen las garrapatas, los piquetes de mosquitos, aguantando el frío de las noches que se mete hasta los huesos y luego, por fin, si la suerte me socorre, logro cazar un venado.

Pero aún así compadre, tengo que cargarlo a mis espaldas todo el largo camino de regreso al pueblo y subir la cuesta de la loma hasta llegar a mi casa y todavía no termino de llegar, cuando aparece mi señora con el cuchillo en la mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre los vecinos y sus familiares.  Que una pierna pa'doña Juana, que otra para doña Cleo, que este lomito pa'mi mamá, que las costillitas pa'mi hermana, que esto pa'ca, que esto pa'llá y a los dos o tres días de nuevo sin nada que comer, y otra vez tengo que salir de cacería.

Pero ya me cansé compadre y estoy decidido, tengo que ponerle fin a esta situación, algo tengo qué hacer, no es justo lo que me sucede".

El compadre después de meditar un momento, le dijo: 
-"Ya sé lo que tiene qué hacer compadre.  Invite a su mujer a cargar el venado". 

-"¡¿Qué?!" Contestó sorprendido el pobre hombre.

-"Sí compadre, llévese a la comadre de cacería, no le diga las penurias que tiene que pasar para llevar el venado a casa.  No le hable de los caminos empedrados, ni de los mosquitos, ni de los peligros, ni del frío.  Invítela a la cacería para que disfruten juntos de los bellos paisajes, del esplendor de las estrellas que cobijan la noche, de los manantiales cristalinos que reflejarían románticamente sus imágenes, de la graciosa manera en que caminan los venados, como si fueran bailarines de ballet; del dulce canto de los grillos y pájaros silvestres.  En fin, píntele bonita la experiencia de ir a cazar".

El compadre siguió el consejo y por supuesto la convenció.  Ella, entusiasmada fue con falda larga hasta el tobillo, que poco a poco se le desgarraba con las púas en el camino; la blusa le quedó toda arañada, los zapatos se le rompieron por las piedras y las espinas la hicieron sangrar.  El cabello se le maltrató, le quedó tieso como estropajo.  Se le pegaron por todas partes garrapatas y bichos.  Las manos llenas de ampollas y llagas que se le hicieron al abrirse paso entre el espeso monte y estuvo a punto de sufrir un infarto al toparse con una enorme víbora.

Por fin, después de tantos martirios encontraron un venado.  El hombre sigiloso se acerco a su presa, localizó el blanco justo para liquidar al escurridizo animal.  Con agilidad pasmosa disparó y el venado cayó muerto.  La mujer no cabía de júbilo pensando en que su sufrimiento había terminado, pero no era así. 

-"Ahora mi amor, quiero que cargues el venado para que veas lo bonito que se siente", le dijo el hombre masticando con una expresión rabiosa cada una de sus palabras.

La mujer casi se desmaya ante la mirada asesina de su marido, pero su desesperación por regresar a casa era mayor y ni para protestar tuvo aliento. 

Cargó el venado en su espalda hasta su casa.  Llegó casi muerta, con las piernas temblando, jadeando y a punto de reventársele el corazón.  No pudo más y tiró el animal a la puerta de su casa.  

Sus hijos y vecinos salieron a recibir a la pareja de cazadores y acostumbrados a la repartición, gritaron con alegría:
-"¡¡¡Vamos a repartir el venado!!!".

La mujer, tirada en el piso, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre, volteó a los vecinos y agarrando aire hasta por las orejas, les gritó:
-"¡¡¡El que toque ese venado, LO MATO!!!".

Al finalizar esta historia, el padre le enseñó a su hijo la siguiente reflexión.

Para valorar el esfuerzo ajeno y respetar la real dimensión del trabajo de los demás, todos debemos de aprender a "cargar el venado".

Muchos tienen riquezas, empresas y comodidades, porque durante años cargaron muchos venados para llegar hasta donde están ahora.

Muchos otros, como "la comadre" del cuento, siempre esperan a que llegue el familiar, el vecino, el amigo, el conocido o incluso hasta un desconocido con el venado a cuestas, para caerle y desgarrarlo, sin importar el esfuerzo que les haya costado conseguirlo.

La experiencia adquirida con el paso de los años nos ha enseñado, que sólo se valora aquello que se obtiene como resultado de nuestro arduo trabajo, que sólo cuidamos aquello que nos ha costado esfuerzo, sudor, sacrificio y hasta lágrimas.

En ocasiones vemos cómo hay quienes pretenden compartir el esfuerzo de otros, beneficiando a quienes no valoran ni conocen el verdadero trabajo que cuesta ganarse las cosas. Cuando eso sucede, eres capaz de defender el fruto de tu esfuerzo, incluso con tu propia vida.

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martes, 9 de agosto de 2016

ANECDOTAS POLITICAS

“Harto de hacer favores”
Siendo Ministro de Justicia en la Tercera República francesa, el político y percusor de la unidad europea, Aristide Briand, recibía día tras día multitud de visitas que acudían a verlo para pedirle algún favor. Una mañana, cansado de recibir a tanto peticionario decidió recibir a su siguiente cita diciendo lo siguiente, mientras lo abrazaba:
–“¡Gracias a Dios, viene a verme un amigo solo por el gusto de abrazarme y no para pedirme algo!”.
El hombre no se atrevió a decir realmente a qué había acudido allí y se marchó sin el favor que necesitaba.

“Unos fondos muy secretos”
Un individuo perteneciente a una sociedad provinciana fue encargado de pedir al presidente del Consejo de Ministros, que, por entonces, era Alessandro Fortis, una ayuda económica para que la sociedad subsistiera.
-“¿Y de dónde quiere usted que saque el dinero para este subsidio?”
-“De los fondos secretos”- sugirió el otro.
-“Bueno, se lo diré”- respondió el ministro -“son tan secretos que ni siquiera yo he llegado a saber dónde se encuentran”.

“El desafortunado brindis del alcalde”
En 1932, el entonces alcalde de Nueva York, James John Walker pronunció un brindis irrepetible al cumplirse el segundo centenario del nacimiento de George Washington:
-“En memoria del hombre que supo ser el primero en la guerra, el primero en la paz y el primero en el corazón de sus conciudadanos…”
Pero, animado por el vino, continuó:
-“Lo que no comprendo es cómo, gustándole tanto ser el primero en todo, se casó con una viuda”.

“Extrañas conversaciones telefónicas”
El político laborista, Sir Woodrow Wyatt era muy amigo de la Primera Ministra británica, Margaret Tatcher. Tanto que mantenían contacto telefónico diario.
Un día, Petronella, la hija de Sir Wyatt, descolgó el teléfono en plena conversación, intrigada por saber de qué hablaban, y oyó decir a la señora Tatcher:
-“Woodrow, today I want to talk about sex (Woodrow, hoy quiero hablar de sexo)”.
Pegada al teléfono, siguió escuchando y al rato colgó aburrida… “¡Hablaban de sects (sectas)”!.

“Escenas no aptas para perros”
Winston Churchill sentía una auténtica devoción por su caniche Rufus.
Un día estaba viendo la película “Oliver Twist” con Rufus en su regazo y, en determinado momento, uno de los personajes estaba a punto de ahogar a su perro para despistar a la policía que le seguía los pasos. Para evitarle la violenta escena al animal, el político le tapó los ojos con una mano y le dijo:
-“No mires ahora, querido. Ya te lo contaré después”.

“Crisis con los neutrinos solares en la Casa Blanca”
El geofísico Frank Press fue consejero científico del presidente estadounidense Jimmy Carter.
Todas las mañanas, a las 7 en punto, el presidente se encerraba en el despacho oval para leer la prensa. Cierto día, Press fue llamado por Carter, que había leído en el periódico el siguiente titular: “Llegan del Sol menos neutrinos de los esperados”.
Tras una breve conversación entre ambos, Carter le pidió a su consejero que lo mantuviera al tanto de la situación.
Tal y como salía por la puerta el científico, el asesor de Seguridad Nacional, que había estado presente en la reunión, se abalanzó sobre Frank Press y le preguntó profundamente alarmado:
–“Frank, ¿es esto una crisis?”.


Cualquier semejanza con la realidad, recordar que son “anécdotas políticas”.

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miércoles, 3 de agosto de 2016

HISTORIA DEL FUERO EN MÉXICO

Relata la historia que luego de la caída de Querétaro, quedó prisionero de los Juaristas el General Severo del Castillo, quien fungía como Jefe del Estado Mayor de Maximiliano de Habsburgo.

El General del Castillo fue condenado a muerte y su custodia se encomendó al Coronel Carlos Fuero.   En la víspera de su ejecución, este último dormía cuando su asistente lo despertó y le dijo que el General Del Castillo deseaba hablar con él.  Fue y lo visitó de inmediato a la celda del condenado a muerte.  No olvidaba que el General Severo del Castillo había sido amigo de su padre.

"Carlos" -le dijo el General-, "perdona que te haya hecho despertar.  Como tú sabes me quedan unas cuantas horas de vida y necesito que me hagas un favor.  Quiero confesarme y hacer mi testamento.  Por favor manda llamar al Padre Montes y al licenciado José María Vázquez".

"Mi General" -respondió Fuero-, "no creo que sea necesario que vengan esos señores."

"¿Cómo?" -se irritó el General Del Castillo-.  "Deseo arreglar las cosas de mi alma y de mi familia, ¿y me dices que no es necesario que vengan el sacerdote y el notario?".

"En efecto mi General", -repitió el Coronel republicano-.  "No hay necesidad de mandarlos llamar.  Usted irá personalmente a arreglar sus asuntos y yo me quedaré en su lugar hasta que usted regrese."

Don Severo se quedó estupefacto.  La muestra de confianza que le daba el joven Coronel era extraordinaria.

"Pero, Carlos" -le respondió emocionado-, "¿Qué garantía tienes de que regresaré para enfrentarme al pelotón de fusilamiento?".


"Su PALABRA DE HONOR mi General" -contestó Fuero-.

"Ya la tienes" -dijo el General Severo del Castillo, abrazando al joven Coronel.

Salieron los dos y dijo Fuero al encargado de la guardia:  "El señor General Del Castillo va a su casa a arreglar unos asuntos.  Yo me quedaré en su lugar como prisionero. Cuando él regrese me manda usted a despertar".

A la mañana siguiente, cuando el superior de Fuero, el General Sóstenes Rocha, llegó al cuartel, el encargado de la guardia le informó lo sucedido. Rocha fue corriendo a la celda en donde estaba Fuero y lo encontró durmiendo tranquilamente.  Lo despertó moviéndolo.

"¿Qué hiciste Carlos?, ¿Por qué dejaste ir al General?".

"Ya volverá" -le contestó Fuero-, "Y si no, entonces me fusilan a mí."

En ese preciso momento se escucharon pasos en la acera.
"Quién vive?" -gritó el centinela-.  "¡México!" -respondió la vibrante voz del General Del Castillo- "y un prisionero de guerra" -puntualizó-.

Cumpliendo su palabra de honor, volvía el General Severo para ser fusilado.

El final de esta historia es feliz. El general Del Castillo no fue pasado por las armas.  Sóstenes Rocha le contó a don Mariano Escobedo lo que había pasado y éste a don Benito Juárez.  El Benemérito, conmovido por la magnanimidad de los dos militares, indultó al General y ordenó la suspensión de cualquier procedimiento contra Fuero.

Ambos eran hijos del Colegio Militar; ambos hicieron honor a la gloriosa Institución. Ambos hicieron honor a su palabra.

De ahí deriva también la palabra "Fuero". Tener "Fuero" es tener un privilegio, que debe sustentarse en la PALABRA DE HONOR y en un juramento o "protesto" como le llaman, que lamentablemente hoy en día, muchos de nuestros políticos -y de nuestros ciudadanos- han olvidado y han hecho a un lado.

Afortunadamente aún existen muchas familias que inculcan a sus hijos el valor de su palabra, de la palabra de honor.

En el año de 1892 murió Carlos Fuero. Una calle en la ciudad de Saltillo, en Coahuila y otra en Parral, en el estado de Chihuahua, llevan su nombre.  

Esta reseña la tomé del libro "La otra historia de México, Díaz y Madero, la espada y el Espíritu", de Armando Fuentes Aguirre "Catón", a propósito de la iniciativa que recientemente aprobó el Congreso del Estado de Jalisco para eliminar la protección judicial (Fuero) para mil 598 funcionarios de esa entidad en delitos del fuero común, incluida la figura del titular del Poder Ejecutivo, diputados locales y federales, magistrados, alcaldes, regidores, síndicos y algunos funcionarios.

Lamentablemente en la práctica, en nuestro país hay quienes han abusado del fuero y han deformado su espíritu, el motivo para el cual fue diseñado constitucionalmente.  Muchos lo han confundido con impunidad o evasión de la justicia.  En Nayarit no somos la excepción y una vez que hemos visto las barbas de nuestro vecino cortar, deberíamos de poner las propias a remojar.

             

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